ENMASCARADA: AMORES Y VENGANZAS (CAPÍTULO 1)



Finales de Marzo de 1877. La familia Moretti comenzaba los preparativos del gran baile de máscaras del carnaval veneciano, por vigésimo segunda vez. En esta ocasión el acontecimiento se llevaría a cabo en su propio palacio, aprovechando el evento para anunciar formalmente el casamiento de su primogénito, Natael Moretti, con la hija de una de las familias más influyentes de Venecia, los Parisi. 

A los Moretti les acompañaba una tradición de nada menos que quince generaciones, pudiendo reconocerse así como uno de los linajes más poderosos de la ciudad. Sin embargo, los Parisi habían sido la estirpe por excelencia desde hace más de dos siglos, aumentando su patrimonio gracias a la concreción de nupcias con diferentes personajes ilustres de toda Italia. 

Fue dicha familia la que consiguió recuperar la tradición del carnaval veneciano tras haber sido abolido por Napoleón en 1797, por miedo a la posible aparición de conspiraciones. La tradición se remontaba al siglo XI y configuraba un acontecimiento realmente importante para la ciudad, pues atraía a miles de aristócratas europeos en busca de diversión y placer. Por lo tanto, se convertía en un fin económico para toda la nobleza veneciana. Tenía una duración de diez días en los cuales las celebridades más distinguidas se reunían e invitaban a participar al resto del pueblo en un sinfín de espectáculos, desfiles, bailes…

Faltaban unas horas para que los invitados ingleses, rusos, polacos, alemanes… llegasen a la ciudad. Era costumbre hacer una ceremonia de bienvenida en la plaza de San Marcos. Todos los aristócratas se vestían con sus mejores galas y esperaban a que desembarcasen aquellos famosos huéspedes extranjeros, acogiéndolos con una gran orquesta y su posterior traslado a los diferentes palacios en carruajes bañados en oro.

Alessandra Moretti llevaba días y días con la preocupación a flor de piel, esperando que todo saliese como había planeado. Era una mujer extremadamente calculadora y meticulosa, de intachable reputación. Era realmente hermosa lo que provocaba la admiración y, en ocasiones, la envidia de otras nobles. Una señora de costumbres y volcada en su familia.

Su marido, Francesco Moretti, era un hombre de negocios con un gran carisma. Era un caballero. Educado y amable. Inteligente y veraz. Querido por todos. Nunca mostraba sus sentimientos en público, aunque su amor por su mujer y su hija siempre se dejaba entrever en las chispas que brotaban de sus ojos cuando las veía o hablaba de ellas. Su hijo varón era su orgullo y él mismo le había enseñado todo lo que sabía acerca de las finanzas. Jamás permitió que ninguna institutriz de tres al cuarto le educase en ese ámbito. Y Natael había aprendido con una rapidez impropia de un muchacho de apenas veintitrés años. “Llegará muy lejos” afirmaba siempre Francesco.

Natael había dedicado la mayor parte de su vida a seguir los pasos de su padre, esperando ser el fruto de su orgullo. Era un joven extremadamente apuesto que, con sonrisa pícara y su mirada insondable, había robado el corazón a más de una docena de jovencitas.

Valeria, su hermana pequeña, había heredado la belleza de su madre y la inteligencia de su padre. Tenía un gran talento para la música, la mayor de sus pasiones. Era una hija ejemplar y una buena estudiante de piano y literatura. La caracterizaba su dulzura y su romanticismo. Su imaginación alcanzaba límites insospechados y vivía sus diecinueve años risueña. Amaba a su familia sobre todas las cosas, sobre todo a su padre, con quien tenía un vínculo muy especial.

Sus cabellos dorados caían formando cascadas de perfectos bucles sobre sus hombros. Su tez pálida contrastaba con el carmesí de sus labios y sus ojos azules eran increíblemente expresivos, enmarcados por unas cejas naturalmente definidas. Era una joven esbelta que también guardaba miles de admiradores. Le encantaba el carnaval, por lo que hacía semanas que había escogido vestidos perfectos para la ocasión y, por supuesto, las máscaras. 

Llegó, por fin, el 26 de Marzo. Primer día del carnaval que se inauguraba con la ceremonia del baile de apertura. Al atardecer, los invitados comenzaban a llegar. El salón se colmó de luz dorada y melodías clásicas. Salieron al centro de la gran sala las tres parejas Scarlatti, que abrieron la danza con unos pasos de baile preparados. Eran los mejores bailarines de la región por lo que se les contrataba para este tipo de eventos. Todo el mundo quedaba fascinado con sus representaciones.

A media noche, llegó el momento que todos estaban esperando. Francesco y Sandro Parisi se reunieron en las escaleras del salón, junto a sus familiares y anunciaron el casamiento entre Natael y Beatrix Parisi. Los jóvenes apenas se conocían, pero habían accedido gustosos para unificar a las dos familias. La sala estalló en aplausos y continuó el baile, esta vez, abierto por los dos protagonistas.

 ¿Crees que llegarán a quererse como nuestros padres? – preguntó Bianca Caldara, la mejor amiga de Valeria.

 Sí, mi hermano no lo dice, pero estoy segura de que le encanta. Es una chica muy bella y ella parece pensar lo mismo de él – aseguró Valeria.

 Espero que así sea, pues corren rumores de que Beatrix se ve a escondidas con Silvio Lo Greco...

Valeria la miró con los ojos como platos.

 ¿Quién dice algo así? – preguntó, preocupada.

 Se cuenta en las calles. Al parecer les han visto pasear juntos por el mercado…

 Bianca, me parece insultante que hagas caso de las habladurías del pueblo. Mi hermano y Beatrix están comprometidos y la familia Parisi tiene una reputación íntegra.

 Ellos sí, pero ya conocemos la historia de los Lo Greco… - dijo Bianca, con un tono sombrío.

 ¿A qué te refieres? – preguntó Valeria.

 Valeria, me parece insultante que no estés al día de los chismorreos de la aristocracia – la reprochó y, acto seguido, ambas echaron a reír.

 Ponme al día pues – imploró Valeria, melodramática.

  Verás – comenzó Bianca, quien había adquirido la postura de alguien que va a comenzar a contar algo de notable importancia – se cuenta que Silvio y Sandro Lo Greco son ambos mitad “puros” mitad “impuros”.

 ¿Qué quieres decir con eso? – preguntó curiosa Valeria.

 ¡Valeria tú qué crees! – exclamó irritada Bianca – Ya sabes…

 Que sé el qué.

 Valeria querida, a veces tu inocencia llega a sorprenderme. Los bailes de carnaval comenzaron siendo una excusa en la cual la nobleza se acercaba al pueblo, de este modo comenzaron las aventuras con los ciudadanos surgiendo los denominados hijos mitad “puros” mitad “impuros”.

 ¡Oh! Había oído algo de eso antes… Entonces los Lo Greco…

 Sí. Eso se ha dicho siempre. Marissa Lo Greco debió tener una aventura con un ciudadano mientras estaba casada con Leonardo Lo Greco. Silvio y Sandro fueron producto de dicho adulterio. Cuando Leonardo se enteró, perdió completamente el juicio y asesinó al amante de Marissa. Días después la encontraron en la bañera, se había suicidado. 

 ¡Dios mío! ¡Yo siempre había creído que falleció debido a una enfermedad! – exclamó Valeria, totalmente desconcertada.

 Pues ya ves que no. Además, Leonardo poco tiempo después murió de tristeza al saber que su amada esposa le había engañado y que sus hijos no eran en verdad suyos.

 ¡Pobre hombre! ¿Sandro y Silvio están al corriente de esto?

 Jamás han hablado con nadie sobre esto, por lo que no se sabe. Eran muy pequeños cuando todo ocurrió. Les criaron sus tíos, como sabrás. Sin embargo, siempre se ha sabido que son algo… raros. Dicen que Sandro siempre esperaría una venganza, pues se creía de sangre pura, y que ha odiado a su madre por ello. Sin embargo, lo dudo mucho, pues como te he dicho, no creo que se lo hayan contado.

Valeria, que nunca había sido curiosa, estaba increíblemente sorprendida. Si es cierto que los hermanos habían sido siempre un misterio. Eran muy reservados y apenas hablaban con nadie. Sin embargo, siendo huérfanos desde tan niños, era algo probablemente normal y justificable ¿no?

Bianca había cambiado de tema y seguía parloteando sobre los vestidos de algunas nobles y la belleza de algún que otro inglés. Siempre la habían fascinado. Incluso más que los italianos. Pero Valeria seguía pensando en la tragedia de la familia Lo Greco… Justo en ese instante, se abrió un camino entre los bailarines y, en la otra punta de la sala se cruzó con la mirada de Sandro Lo Greco, quien no apartaba los ojos de ella. Esos misteriosos ojos siempre serían reconocibles aunque estuviesen guardados tras una máscara. 

Se miraron durante unos segundos y a Valeria se le erizó el pelo. Bianca le dio un codazo, quejándose de estar siendo ignorada. Valeria, sobresaltada, se disculpó. Y cuando volvió la vista no encontró de nuevo aquellos ojos oscuros que la habían estado observando durante no sabía cuánto tiempo…

2 comentarios

  1. ¡OYOYOYOYOYOYYYY!
    Vale, espero comiéndome las uñas las siguientes entregas. ¡Corre, hazme feliz!
    Un beso, Sara. No sé qué más decir de tus historias que no te haya dicho ya. ;)

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  2. ¡Hola guapa!
    ¿¿Cómo nos haces esto?? Quiero saber más por favor!!!!
    Me ha encantado *.* Eres una ARTISTA!
    Espero con ganas el siguiente capítulo :D

    ¡Besitos!

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